viernes, 4 de octubre de 2013

¿Feu Vert? ¡Feu Rouge!

Las revisiones pre-ITV para un vehículo de 14 años son casi ineludibles, siempre hay alguna cosa que necesita ser sustituida o ajustada para obtener el visto bueno de los operarios del centro. Os voy a relatar lo sucedido el pasado año:

A mi coche le tocaba pasar la ITV en el mes de diciembre, pero descuidé ese tema debido a que estuve fuera disfrutando de mis vacaciones. A mi regreso, ya en la segunda quincena del mes, me encontré en el buzón con una carta de TÜV Rheinland avisándome de que tenía hasta la primera semana de enero para pasar la inspección. Acto seguido, accedí a internet para consultar la disponibilidad de los centros de inspección más cercanos a mí, llevándome un gran chasco al comprobar que no había sitio hasta mediados de enero. El único centro con disponibilidad era el de Applus de Jundiz y tenía un par de días para pasar inspección. Con tan poco tiempo de margen para poder acudir a mi taller de confianza, el de toda la vida, pues suelen estar bastante desbordados de trabajo (miman a rabiar a los coches), opté por llevarlo al FeuVert del Centro Comercial Urbil, en Usurbil, donde ofertaban una revisión rápida tan completa que ríete tu de un tacto rectal.

Unas cuántas horas después (y ciento y pico euros después) recogí mi coche. Le cambiaron lo típico: filtros, escobillas de los limpias, aceite, reglajes...pero yo notaba que faltaba algo. Todos los caballos que solía ofrecer el motor de mi coche parecían unos asilvestrados caballitos de carrusel. Pero bueno, no tenía tiempo y salí camino de Jundiz. Por el camino seguía notando esa carencia de potencia, se quedaba rezagado a la hora de adelantar. La confirmación llegó a la hora de subir el ya mítico puerto de Etxegarate, con sus dos curvas vuelca-camiones, pues se me moría subiendo las rampas, no respondía como era habitual al acelerador. Una vez en Gasteiz decidí abrir el capó del motor, por si acaso veía algo raro y, aunque no soy muy ducho en esto de la mecánica, me encontré con un panorama bastante bizarro: El conector del caudalímetro estaba desenchufado, con el cable colgando por el motor, amén de tornillos sueltos que vete a saber tú de dónde coño eran, por que el coche funcionaba -mal, pero funcionaba-.

Enchufé el cable aquel del caudalímetro y el motor volvió a convertir esos tímidos caballitos en unos auténticos purasangre. Todavía no he podido determinar el origen de esos tornillos, pero se los entregaré al mecánico del taller de toda la vida por si conociese su ubicación original.

Es por ello, querido lector o lectora, que no te recomiendo en absoluto que lleves tu coche al FeuVert del Centro Comercial Urbil. Es más, te recomendaría no llevarlo a ningún centro de esta cadena. Hazme caso, llévalo al taller de siempre, el de toda la vida, aquel en el que han cuidado todos los coches de tu familia como si fueran suyos. Ellos nunca lo llevarían a sufrir a un FeuVert.